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La televisión lo enfoca. Desde atrás. El joven (bicicleta roja, maillot azul y blanco) pedalea con todas sus fuerzas, barbilla pegada al manillar, piernas que giran sin encontrar apenas resistencia. Entonces deja de hacerlo, las detiene, pone los pies paralelos al suelo, alza el culo del sillín, adelanta todo el peso de su cuerpo sobre la rueda delantera. La moto sube la velocidad, se pone a su altura, muestran las lentes el costado izquierdo del cuerpo. Los comentaristas franceses dejan escapar risitas nerviosas. Asustados. Parece un pistard, dice uno. Mírenlo, miren a Pedro Delgado.